Hace solo cien años. El 14 de noviembre de 1921, el Partido Comunista Español (constituido un año antes por las Juventudes Socialistas) y el Partido Comunista Obrero Español (escisión del Partido Socialista Obrero Español, PSOE) deciden unificarse y fundar el Partido Comunista de España, PCE.
Ramón. Militante del Núcleo del PCE en Vicálvaro
Iluminaban aquellas ilusiones el triunfo de la Revolución rusa de 1917, ilusiones que hacían suspirar emocionadas pensando que la explotación de unos pocos sobre todos los demás, pronto llegaría a su fin.
No pasó mucho tiempo, apenas dos años, justo en el autogolpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera y Alfonso XIII, cuando los comunistas españoles sufren su primera persecución: detenidos, acosados e ilegalizados. La aristocracia, la burguesía, la Iglesia y el caduco derrotado ejército español comprendieron muy rápido el peligro que representaban los comunistas para sus insaciables y oscuros intereses. Pero se les olvidó -siempre se les olvida- que hay un verbo que los comunistas no saben conjugar: “rendirse”. El PCE siguió trabajando en la clandestinidad, aquí y allá, en España y fuera de ella.
II República
Hubo que esperar hasta el 14 de abril de 1931, proclamación de la II República, para que el PCE volviera a la legalidad institucional. Sin embargo, como curiosidad, en los primeros días de aquello los comunistas españoles no vieron con buenos ojos al nuevo y legítimo régimen, “Abajo la república burguesa. Vivan los soviets” gritaban. Un error infantil de quién quiere más y no se conforma con menos. Trascurren aquellos pocos, pero turbulentos años de la República donde, entre “sanjurjadas” y “bienios negros”, se consiguen logros como las libertades de pensamiento, la escolarización laica, mixta y obligatoria y el voto de las mujeres, cuando en 1936 con el fin de derrotar electoralmente a las derechas españolas, el PCE ya bajo la secretaría de Pepe Díaz, forma parte de la colación electoral Frente Popular, consiguiendo arrebatar el poder a estas y sentando a 17 diputados comunistas en el Congreso.
El consiguiente golpe de Estado del general Franco, convertido en Guerra Civil, provocó que el Partido Comunista de España poco a poco fuera tomando cada vez más relevancia, tanto en lo estrictamente político, con dos ministros, como en lo combativo contra el fascismo (en 1937, el PCE contaba con más de 380.000 militantes). El sentido solidario e internacionalista de los comunistas hizo que 60.000 brigadistas de todo el mundo acudieran a la llamada de auxilio de Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, para luchar contra el fascismo en España. (Orgullosamente Vicálvaro rinde homenaje a aquellas Brigadas Internacionales en el jardín que lleva su nombre). Sin embargo, todas estas milicias populares nada pudieron hacer conta la maquinaria fascista europea que experimentaba los más terribles crímenes en nuestro país.
¿He dicho que los comunistas no saben conjugar el verbo “rendirse”? Ni siquiera durante 40 años de persecución, torturas y asesinatos pudieron evitar que el PCE continuara su labor: clandestinos, encarcelados, represaliados y exiliados seguían luchando y mirando hacia un horizonte donde “naide escupa sangre pa’ que otro viva mejor”.
La luz de Julio Anguita
Muerto el dictador, y a pesar de lo aberrante que le pudiera parecer a los privilegiados, hubo que contar con los comunistas en la transición, el PCE vuelve a ser legalizado y juega un papel fundamental en la democratización de España. Seguían poniendo integridad y sangre encima de la mesa: el llamado Proceso 1001, los asesinatos de los abogados laboralistas de la calle Atocha estremecen y dan magnitud al momento histórico por el que se atravesaba.
A partir de ese momento, o quizás en todo momento, el PCE tuvo luces y sombras, pero permítame el lector acordarme de una luz, de una de las mentes más brillantes y visionarias que ha tenido este partido: Julio Anguita, referente en lo ético y en lo político, en lo moral y en lo ideológico.
En tiempos de posverdad
Sin embargo, el comunismo en general, y el PCE en particular, tienen que luchar con diversas posverdades (mantras que se repiten hasta parecer ser ciertos): Lo “comunista-bolivariano de Corea del norte” es hambre y miseria. Si vienen los comunistas, te van a quitar la casa. Cien millones de muertos…
Pero quizá hay una de estas posverdades más sutil y aparentemente neutra que se nos escapa y es esa que quiere encasillar al PCE como algo histórico, algo del pasado, “gracias abuelo” y ¡NO!, nada más lejos de la realidad.
Hoy el Partido Comunista de España a sus 100 años goza de una irritante juventud, colectivos de jóvenes en todos los ámbitos y universidades, núcleos de militancia en todos los pueblos y barrios de España; dos eurodiputados en el Parlamento Europeo, cinco diputados en el Congreso de los cuales dos de ellos ostentan las carteras ministeriales de Trabajo, Yolanda Díaz, y de Consumo, Alberto Garzón, dan buena cuenta de ello.
Así que mucho me tremo que por muchos años más, siempre va a haber una voz que grite eso de: “Que viva la lucha de la clase obrera”
¡Felicidades y gracias Partido Comunista de España!
